jueves, 7 de mayo de 2015

India y Nepal

Un mes en la India cambió mi forma de ver el mundo. Es verdad, la India no es indiferente para nadie. O la amas o la odias. Cuando preguntas a quien ha viajado a la India sobre la impresión que les causó ese país, cada uno tiene una opinión dispar, incluso hasta viajando en el mismo viaje. Para unos en la India hay muchísima pobreza, otros en cambio no ven tantos pobres como creían. A algunos les llena por completo ese misticismo que se respira en el país, a otros por el contrario, les resulta algo aparente y que nada tiene que ver con la verdadera personalidad del pueblo indio. Para algunos la India es el país del color, de las sonrisas, del olor a incienso. Para otros, es una pocilga que nadie limpia, un lugar oscuro donde la muerte y la enfermedad están siempre presentes.



Nuestra ruta de un mes fue:







- Madrid 
- Nueva Delhi 
- Jaisalmer 
- Jodhpur 
- Udaipur
- Ranakpur 
- Pushkar 
- Jaipur 
- Agra 
- Khajuraho 
- Benarés 
- frontera Nepal en coche y noche en la frontera 
- Kathmandú 
- Parque Natural de Chitwan 
- Kathmandú 
- Vuelo a Nueva Delhi 
- Rishikesh 
- Nueva Delhi 
- Vuelo a Madrid



Desde Madrid contratamos un coche con conductor para viajar 10 días desde Nueva Delhi hasta Khajuraho pero nosotros cogimos el coche desde Jaisalmer porque queríamos vivir la experiencia de viajar en tren desde Nueva Delhi hasta Jaisalmer. 

Salimos sobre las 17.30 y llegamos al día siguiente sobre la 1 de la tarde. Los billetes ya los habíamos comprado desde España por internet. Pero si entonces hubiera sabido la mala noche que iba a pasar en el tren, me habría ido con el conductor en su coche sin dudarlo. Íbamos en primera clase con asientos que se hacían cama e incluso el tren tenía servicio de comidas. Nosotros habíamos comprado ya la cena en un restaurante. Teníamos para cenar, entre otras cosas, tortilla de patata. En la India puedes encontrar de todo tipo de comida y de todos los países. 
Cuando vi la primera rata a mis pies esperando a que le tirara un trozo de mi tortilla, se me cerró completamente el estómago y ahí comenzó la noche más asquerosa de toda mi vida. 
El tren estaba lleno de ratas que se paseaban por los vagones y entre la gente con absoluta normalidad. En nuestro vagón un niño pequeño les tiraba comida y se acercaban a comer. Respiré hondo y comprendí que nada se podía hacer, que no había donde escapar, así que me metí en el saco de dormir y me encerré en él, cerré lo ojos y me quedé inconsciente para no ver ni sentir. 


 La India tiene templos increíbles para visitar. Los templos de Khajuraho con sus representaciones eróticas, el templo jainista de Ranakpur y en Agra el Taj Mahal.




Taj Mahal



Según el hinduismo quien muere en Benarés se libera de las sucesivas reencarnaciones. Por este motivo, es una ciudad llena de gente enferma que va a morir a la orilla del Gangés. Lo más concurrido de la ciudad son los ghats que son unas escaleras de piedra que descienden hasta el río. Nosotros madrugamos para dar un paseo en barquita por el Gangés y ver de cerca la actividad diaria en los ghats. Había gente lavando la ropa en aquellas aguas turbias, bañándose y hasta lavándose los dientes. Por la noche hacen rituales donde depositan flores y luz en el río. Esto es precioso.






Desde Benarés alquilamos un coche con conductor hasta la frontera con Nepal. Era época de monzón y tuvimos en algunos tramos de carretera complicaciones porque se llenaba de agua y el coche no podía pasar. 
Nuestro conductor era un chico muy muy joven que nos contó que trabajaba de chófer muchas horas al día para conseguir dinero y comprar su propio coche. Ese día prácticamente no había dormido y mientras conducía iba masticando la hoja de betel, conocida en la India como paan. Se trata de una hierba rojiza estimulante que muerden y luego escupen. 
Nos preocupaba que se quedara dormido, así que le íbamos dando conversación todo el viaje. Un viaje largo de más de 10 horas hasta la frontera de Nepal. 

Nepal fue más relajante que la India. Necesitábamos descansar mentalmente de tanto ruido, contaminación, pobreza y enfermedad. 
Nuestro destino era el Parque Natural de Chitwan declarado Patrimonio de la Humanidad. 
Allí estuvimos cuatro días disfrutando de la naturaleza y viendo animales. Pudimos subirnos en elefante e hicimos excursiones por la jungla y ver al rinoceronte indio que está en peligro de extinción. 

http://www.chitwannationalpark.gov.np/ 


Kathmandú me encantó. Es una ciudad con mucho ambiente. Multitud de gente que llega a Nepal a hacer trekking al Himalaya. Nosotros nos quedamos en el barrio de Thammel donde se encuentran la mayoría de los hoteles. Es una zona llena de viajeros donde puedes callejear y visitar sus tiendas de material de montaña y souvenirs o incluso tomarte una cerveza y escuchar música en directo. 
Reservamos para el día siguiente un vuelo para sobrevolar el Himalaya y ver el monte Everest. Lo hicimos en una agencia de las muchas que hay en Kathamandú. Nos costó unos 90 euros por persona. Pero el mal tiempo y la poca visibilidad hizo que se suspendiera el vuelo y nos devolvieron el dinero. Para otra quizás. 

El regreso de nuevo a la India se hizo en avión y de Nueva Delhi cogimos de nuevo un coche con conductor que nos llevaría a Rishikesh en el norte. Seguíamos los pasos de los Beatles ya que estuvieron en Rishikesh en 1968 haciendo un curso de meditación y allí compusieron muchas canciones con clara influencia hindú. Rishikesh atrae a muchos turistas y peregrinos en busca de cursos de yoga y meditación. Está lleno de escuelas y centros.



Risikesh



Y allí estuvimos nuestra última semana en la India, despidiéndonos del Ganges, ese río sagrado que tiene tantas historias que contar.



Niños del Ganges

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