miércoles, 6 de mayo de 2015

Siria y Jordania

Si hay un país del que me acuerde mucho es Siria. Viajar por Siria fue como si estuviéramos en casa. Ahí sentimos el significado de la hospitalidad árabe y en muchas ocasiones, cada vez que escucho o leo noticias sobre la guerra, me paro a pensar en la gente que conocimos y especialmente me acuerdo de Ismael, el propietario del hotel Ishtar en Palmyra. Conocimos a Ismael la noche que llegamos a esta antigua ciudad nabatea situada en el desierto y considerada Patrimonio de la Humanidad por su antigua ciudad romana.



Palmyra



A Palmyra llegaban las caravanas que hacían la ruta de la seda y hoy en día es un lugar indispensable para cualquiera que viaja a Siria. En esta ciudad viví la noche más mágica de mis viajes. Al llegar al hotel Isthar el propietario se ofreció a enseñarnos las ruinas por la noche. Las conocía perfectamente porque se había criado entre aquellas piedras. Así que le seguimos con la única luz de la luna y de un pitillo que él iba fumando. Estuvimos andando una hora, adentrándonos en un oasis de jardines y huertos y a cada paso nos ponía en nuestras manos frutas cada vez más grandes que iba arrancando de los árboles. Fue increíble, todavía recordamos aquella noche. Luego nos enseñó un manantial de agua caliente donde iban las mujeres a lavar la ropa y metimos nuestros pies en el agua mientras estuvimos un buen rato contemplando un cielo lleno de estrellas. Después de habernos remojado seguimos andando hasta que escuchamos disparos y cuando estábamos a punto de salir corriendo, Ismael nos tranquilizó diciéndonos que estaban rodando una película de guerra en aquel oasis en esos días. No pudimos parar de reír cuando se acercaron los actores llenos de sangre simulada y el equipo entero a darnos la bienvenida y a invitarnos a presenciar la escena que estaban rodando. Gracias por aquella noche.



Una noche entre ruinas con Ismael



Siria tiene casi más ruinas romanas que Italia. A dos horas de Damasco está Bosra que conserva un anfiteatro romano en casi perfecto estado y tiene ruinas nabateas, romanas y bizantinas. A 50 kilómetros de Hama están las ruinas romanas de Apamea.



Apamea



En Siria cuando vas a un restaurante a comer te llenan la mesa de platos. El plato típico son los mezze que son como entremeses acompañados de pan de pita para untar. Sabroso está el humus hecho con garbanzos y el baba ghanoush a base de berenjenas. Además de las ensaladas, las aceitunas, el pescado, los quesos..






Los mezze sirios



Después de recorrer Siria cogimos un taxi en Damasco y tras tres horas de viaje llegamos a Aman, la capital de Jordania. Aman no tiene mucho que ver. Llama la atención el contraste cultural que hay entre la ciudad antigua y la ciudad más nueva y moderna. Incluso nos sorprendió, después de haber visto lo tapadas que estaban las mujeres en Siria, ver mujeres policías jordanas. Jordania es un país relativamente pequeño. En un día nos lo recorrimos de norte a sur. Hacia el sur nuestra ruta pasó por Madaba, Monte Nebo y Mar Muerto para acabar en Wadi Musa, la puerta de entrada a Petra.



Desde Monte Nebo


Al final del viaje me esperaba el desierto de Wadi Rum. De nuevo junté un poco de arena en un tarro para mi colección de desiertos. Pero esta vez, arena rojiza. No he vuelto a ver tantas estrellas juntas. Miraras donde miraras el cielo entero era una estrella. Y así pasamos una noche contemplando como el tiempo se paraba. Vimos arena, rocas, formas de piedras, puentes, acantilados de arena, alguna duna, un atardecer y hasta representaciones neolíticas grabadas.



Wadi Rum 



El sueño de llegar hasta Petra se había cumplido. Jordania acababa para mí en Petra. Dos días enteros recorriendo sus caminos y sus misterios. Hasta el momento esta ciudad nabatea es de las cosas más impresionantes que he visitado.



Petra



Nuestra ruta fue:






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